Charlie y la fábrica de chocolate

|

En un momento de lucidez he visto que la fábrica de chocolate de Willy Wonka es un peculiar pero muy válido ejemplo del misterio que rodea a un dungeon. En primer lugar debemos entender que un dungeon es un lugar especial, mítico y misterioso que no tiene porqué seguir les leyes normales del resto de la realidad. Es el inframundo (traduciendo libremente del título del tercer volumen de OD&D, The Underworld & Wilderness Adventures). Evidentemente no todas las cavernas, tumbas y ruinas tienen porqué ser sitios especiales, apartados de la realidad.

Podemos imaginar este inframundo como una entidad de más allá de la realidad que siente lo que pasa en su interior, reaccionando a lo que sucede, capaz de atraer a monstruos y aventureros con su extraño magnetismo (un concepto parecido a los dioses primiegenios de H.P. Lovecraft). Es una especie de ser vivo que se opone a los aventureros suficientemente valeroso que lo exploran. A medida que la campaña va progresando, también lo hace el dungeon, evolucionando junto a los personajes.

De este modo, vemos como la fábrica de chocolate se parece mucho a un dungeon. Es un sitio conocido por todos, pero completamente misterioso, ya que nadie sabe lo que sucede allí dentro. Nadie ha entrado ni salido en mucho tiempo de la fábrica, tan solo las maravillosas chocolatinas que tanto gustan a todo el mundo. El mimso Willy Wonka no empiza siendo nada más que un nombre, pues nadie sabe a ciencia cierta quién es ni qué hace, ni si realmente existe alguien llamado así. Un halo de misterio y desconocimiento lo envuelve todo.

Gracias a un concurso, varios afortunados son invitados a pasar al interior de la fábrica. Y en su interior es cuando empezamos a ver cosas extrañas: unos hombrecitos curiosos (los Oompa Loompas), un río de chocolate, una habitación donde todo es comestible, ardillas amaestradas, inventos estrafalarios y un sinfín de cosas más.

0 comentarios: